[1] Introducción: Las ventajas de las ventajas comparativas1

[1.1] El teorema de las ventajas comparativas y los debates en el pensamiento económico moderno sobre el outsourcing

Para comprender los debates actuales en el pensamiento económico moderno sobre la relación entre el outsourcing y el teorema de las ventajas comparativas, es preciso dar marcha atrás para tener una idea clara del teorema de David Ricardo.

            La expansión de 2001 (noviembre)-2007 (diciembre) produjo, entre otras cosas, el actual debate teórico en el pensamiento económico moderno sobre la relación entre el teorema de las ventajas comparativas de David Ricardo y la práctica del outsourcing.

            Y el actual debate fue resultado, a su vez, de un hecho inédito en la historia de la economía estadounidense: en plena expansión, definida como el crecimiento del PIB real per cápita, el desempleo aumentó. En consecuencia, la teoría económica se vio obligada a incorporar un nuevo constructo en su marco teórico: jobless recovery (expansión sin empleo).

            Un factor que se postuló como hipótesis del crecimiento sin empleo fue la práctica del outsourcing ejercida por muchas empresas trasnacionales entre 2003 y 2004.

            Esta discusión teórica  (y sistemática) del outsourcing como un  factor crucial que explicaría la expansión sin empleo (jobless recovery) comenzó en medio de la intensa discusión pública estadounidense en el 2003 y las controversias se agudizaron con la publicación del Economic Report of the President en febrero del 2004.

            Los debates se intensificaron aún más durante la campaña presidencial del 2004 entre George W. Bush y John Kerry, y los problemas teóricos se profundizaron con la publicación del artículo de Schumer y Roberts (2004).

            Desde esas fechas, el debate teórico ha proseguido con extensas ramificaciones.

[1.2] Ventajas relativas de David Ricardo

El teorema de las ventajas comparativas de David Ricardo (1772-1823) es uno de los argumentos más contraintuitivos y, quizás, menos comprendidos de la teoría económica. No solamente involucra excesivos matices y minuciosas consideraciones, sino que exige severos y largos argumentos que deben ser pensados y repensados de manera permanente.

David Ricardo (1772-1823): Teorema de las ventajas comparativas
David Ricardo (1772-1823): Teorema de las ventajas comparativas.

            En la teoría económica y, más específicamente, en la literatura sobre la economía internacional, ya se ha vuelto clásica la respuesta de Paul Samuelson, premio Nobel de Economía en 1970, cuando se le pidió que nombrara una sola proposición económica que fuera no solo verdadera sino no trivial. Su respuesta fue: “el teorema de las ventajas comparativas de Ricardo”.

            Dado que para su validez el teorema se basa en el criterio del costo de oportunidad, podríamos ampliar el argumento de Samuelson aún más y afinar su respuesta: las proposiciones más “verdaderas y no triviales” de la teoría económica serían aquellas relacionadas con el costo de oportunidad.

***

Cuando se piensa en la articulación del intercambio de bienes y servicios en la economía mundial, el sentido común afirmaría que los países que intervienen en él son aquellos que pertenecen al selecto club de los más productivos del planeta y que los más ineficientes serán penalizados y excluidos de los beneficios del intercambio.

            El marco en el cual se produce esa concepción sería uno propio de la evolución darwiniana aplicada a la economía: solo los países eficientes sobrevivirán; los demás estarán condenados a la exclusión.

            Esto es cierto en el “contexto de la competencia”. Por ejemplo, cuando el café de Brasil le disputa al de Colombia la venta en Estados Unidos.2

            Si el criterio de la competencia de productividad entre dos países que producen el mismo bien fuera el único criterio prevaleciente, sería correcto afirmar que tal ineficiencia será penalizada, pues el país productivo expulsaría al improductivo del comercio internacional.3

            Sin embargo, si bien es cierto que podemos partir de la comparación entre productividades entre dos países que producen el mismo bien, que podemos partir de ese tipo de competencia y concluir que el más ineficiente jamás podrá competir con el más eficiente, de ahí no podría inferirse que ese sea el único, y particular, criterio que determine cuáles países podrán permanecer en el mercado internacional.

            A primera vista, la respuesta del sentido común parece razonable, pero tiene un inconveniente, pues los países menos productivos del planeta también participan en el comercio mundial. Sobreviven y, con seguridad, seguirán haciéndolo.

            En otras, palabras, sí es posible que países ineficientes en el mercado mundial persistan a pesar de sus improductividades. ¿Cómo se explica eso? El teorema de las ventajas relativas explica el porqué de esta “paradoja”.

***

Como es obvio, esto hay que probarlo y demostrarlo con todo el rigor de la teoría económica y David Ricardo lo hizo en el Capítulo 7 de su obra clásica Principios de economía política y tributación (1817). Desde entonces, su teorema es considerado como una de las verdades más incontrovertibles de la teoría económica moderna.

            El intercambio económico en el ámbito internacional es un hecho económico. Su existencia es tan real como una roca. En consecuencia, la forma como lo explicamos exige el uso de la teoría; y la función epistemológica de las teorías es la de enseñarnos a observar los hechos, la realidad, desde esas preconcepciones.

            Nosotros asistimos a las universidades para aprender las teorías desde las cuales podemos explicar los hechos. Esto no significa que ellas no puedan ser refutadas con el tiempo, pues lo que enseñamos como verdad en el presente podrá ser falsado en el futuro. Sin embargo, en el “breve” reinado de la vigencia de una teoría que sea considerada “verdadera” de manera provisional, igual la tenemos para aprender para observar los hechos.

            Así, antes de instruirnos en la observación del intercambio económico en el ámbito internacional, la teoría económica que estaba vigente, y que prevalecía como la forma estándar para explicar ese hecho, era la teoría a la que nos hemos referido antes como teoría del “sentido común”.

[1.3] Ventajas absolutas de Adam Smith

Expresada en términos técnicos, esta teoría era la teoría de las ventajas absolutas y se le atribuye a Adam Smith con la publicación de su libro en 1776 titulado Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. A Adam Smith (1723-1790) se le considera el “padre de la teoría económica”, pues fue con esa obra con la que se inauguró el estudio de los hechos económicos de una manera científica y rigurosa.

Adam Smith (1723-1790) y las ventajas absolutas en la economía internacional
Adam Smith (1723-1790) y su teoría de las ventajas absolutas.

            La forma como explicábamos la presencia de países en el intercambio internacional antes de la publicación del libro de Ricardo en 1817 era esta visión de Adam Smith. Fue a partir de 1817 que esas explicaciones cambiaron desde la teoría de las ventajas absolutas hacia un enfoque desde la teoría de las ventajas relativas (o comparativas).

            Para Adam Smith, si Portugal es un país más productivo que Inglaterra en la producción de vino y de algodón, entonces esa teoría predice que Inglaterra saldrá expulsada del mercado internacional.

            La Tabla 1 ilustra esta posibilidad. Portugal es tan productivo que necesita únicamente 80 horas-hombres para producir una unidad de vino (en cambio, Inglaterra necesita 120 horas-hombre). De manera similar, Portugal es más productivo que Inglaterra en la producción de algodón, pues solamente necesita 90 horas-hombre, mientras que Inglaterra necesita 100 horas-hombre.

Portugal requiere:Inglaterra requiere:
Vino (horas-hombre)80120
Algodón (horas-hombre)90100
Tabla 1. Situación inicial: Según Adam Smith, Portugal es más productivo que Inglaterra en ambos bienes (tiene las ventajas absolutas a su favor en ambos bienes).

Desde el punto de vista de Adam Smith, su teoría, su explicación, su forma de interpretar el intercambio y su teoría de las ventajas absolutas predice que Inglaterra saldrá expulsada del mercado internacional, pues jamás tendrá oportunidad de competir con Portugal en la producción de vino ni en la producción de algodón. La mayor productividad de Portugal en ambos bienes lo impediría. 

[2] Comparaciones apropiadas e inapropiadas de la productividad

En las comparaciones entre productividades de países o firmas distintas hay que tener cuidado. Tomemos el caso de Inglaterra. Si cotejamos las horas-hombre que se necesitan entre los dos sectores ingleses, se puede observar que los ingleses necesita 100 horas-hombre para producir algodón; en cambio, demandan 120 horas-hombre para producir una unidad de vino.

              Entonces, ¿podríamos inferir que Inglaterra es más productiva en algodón que en vino? La respuesta es negativa; no se pueden comparar ambos procesos; no se pueden comparar “manzanas con peras”; en este caso, vino con algodón.

De no tenerse en cuenta esta advertencia, uno podría deslizarse de manera imperceptible hacia argumentos erróneos. Afirmar que Inglaterra produce vino con 120 horas-hombre y comparar esa cifra con 100 horas-hombre que se necesitan para producir algodón no puede implicar que el sector algodonero “sea más productivo” que el sector vinícola.

            Tratándose no solamente de dos procesos productivos de naturaleza distinta, sino de dos productos distintos, no es posible compararlos.

            Así como el vino “no es mejor” (“ni peor”) que el algodón, tampoco puede afirmarse que la producción de un bien en menores horas-hombre lo convierta en más productivo que otro de naturaleza distinta: producir algodón inglés en 100 horas contra vino igualmente inglés en solo 120 horas no convierte al algodón en más productivo que el vino. Veamos algunos ejemplos particulares.

            Según ingenieros de la NASA, dependiendo de las complejidades de cada misión, una nave espacial estadounidense toma entre cuatro y diez años para ser construida; un automóvil de la marca Toyota “sólo requiere” entre 17 y 18 horas, y 28 millones de lápices chinos son producidos cada 24 horas.4

Si pudiéramos comparar productividades de bienes distintos, entonces la fabricación de naves espaciales ilustraría el caso de uno de los procesos más “improductivos” del planeta y las fábricas chinas de lápices serían las más productivas entre los tres sectores.

            Estas comparaciones son absurdas, pues la construcción de un cohete no sólo es un proceso muy distinto, sino uno mucho más complejo que los otros dos. Tanto los requerimientos técnicos de producción como la naturaleza de lo que se produce impide estas comparaciones.

Figura 1. Comparaciones indebidas de productividades de bienes distintos.

***

Ahora bien, todas las teorías son soluciones; y las soluciones “vienen en paquete” con su respectiva pareja: los problemas. Es decir, las soluciones resuelven problemas.

Por ello, hablamos del par problema-solución y, por ello, cuando hablamos de problemas es inevitable no referirnos a las soluciones: a las posibles soluciones, a los intentos nuestros por encontrar soluciones, a la necesidad de encontrarlas o, incluso a la presión que exige encontrarlas.

            De manera simétrica: si estamos haciendo referencia a soluciones, entonces es forzoso referirnos a los problemas que se resolvieron: ¿cuáles fueron los problemas que dieron origen a esas soluciones? ¿cuál era el contexto problemático en el nacieron los intentos de solución?

            Si las teorías son soluciones, y las soluciones son respuestas a los problemas, de manera transitiva podemos preguntarnos: ¿cuáles fueron los problemas que Ricardo estaba enfrentando cuando descubrió su teorema? ¿Cuáles problemas intelectuales lo atormentaban?

            Incluso podríamos ir más allá y preguntarnos cuáles problemas fueron aquellos que posiblemente no dejaban dormir a Ricardo durante muchas noches. Aquí se proponen dos problemas cruciales.

[3] Los dos problemas que Ricardo identificó en la explicación del intercambio internacional

En primer lugar, si la presencia o no de los países en el mercado internacional es un hecho, entonces ¿cuál teoría lo explicaría? David Ricardo se dio cuenta de un problema: la explicación del intercambio económico entre productores en un mercado nacional ya estaba disponible.

Había una teoría que lo explicaba “satisfactoriamente” en su época: la teoría del valor-trabajo. Será más tarde cuando Karl Marx (1818-1883) llevará hasta sus últimas consecuencias la expansión de esa teoría. Todo el trabajo de Marx se puede resumir en un gráfico.

Karl Marx (1818-1883): Siempre se opuso al concepto de ganancia por enajenación.

            Sin que en el productor del bien A “robe” al productor del bien B en la Figura 2; sin que el productor del bien B “robe” al productor del bien A; sin que ninguno venda por encima de si valor “real”; sin que ningune viole la ley del valor, y sin que ningune viole la ley del intercambio entre valores equivalentes, él probó que en ambos procesos productivos se origina un excedente económico.

            Si aceptamos la ley del trabajo, tal como se hacía en esa época, y su aceptamos que cada uno deba vendar sus productos al valor real, Marx “probó” con la teoría, que en cada proceso de producción del bien A y del bien B hay plusvalor. Lo crucial de su postulación fue haber “demostrado” que ese excedente económico no se origina por la venta de los bienes por encima de su valor.

Figura 2: Intercambio de A y B entre valores equivalentes.

 Esa teoría postulaba que lo único que explicaba un intercambio entre dos productores era la igualdad entre valores equivalentes.

            No viene al caso discutir aquí los argumentos que Marx usó para explicar cómo surge el excedente económico en A y B a pesar de estar intercambiando los productos a valores equivalentes.

Uno puede estar a favor o en contra de su teoría, pero es indiscutible que haberse aferrado a explicar el surgimiento de un excedente económico sin violar la ley del valor en el intercambio fue un logro indiscutible de su contribución. Esa es su famosa teoría de la explotación y del plusvalor.

***

A pesar de que David Ricardo no llegó a configurar la teoría del valor-trabajo como lo hizo Marx, se dio cuenta de que esa teoría era incapaz de explicar la especialización el intercambio entre productores en el mercado internacional.

            Aun cuando las teorías del valor-trabajo que desarrollaron Adam Smith y David Ricardo eran más rudimentarias —e incompletas— que la de Marx, este no es el momento ni el lugar para explicar sus diferencias.[1]

            Lo que interesa destacar aquí es que David Ricardo admitió que la ley del valor —con todo y sus defectos— daba cuenta del intercambio en el mercado nacional, pero no del intercambio en el mercado internacional.

            En consecuencia, había un gran vacío en la teoría económica: al intercambio internacional no le correspondía teoría alguna que lo explicara. Estaba “huérfano” de teoría.

            Esto exigía la búsqueda de una nueva teoría que llenara al vacante. ¿Cuál teoría debería reemplazar la ley del valor para explicar el intercambio económico en el mercado internacional? Ricardo propuso una: la del teorema de las ventajas relativas.

***

En segundo lugar, David Ricardo también se dio cuenta de que cuando hay tasas de beneficio distintas en el mercado nacional, es fácil constatar que en los sectores con mayores tasas habrá entrada de firmas debido al gran incentivo que implica una tasa de ganancia alta. Estos sectores, al convertirse en incentivo, atraen hacia ellos entradas de firmas.

            De manera simétricamente opuesta, en los sectores de los que salen capitales; es decir, de los sectores con menores tasas de ganancia, la competencia se reducirá y las tasas se incrementarán. Este proceso continuará y se repetirá muchas veces hasta que se forme una tasa de beneficio general. Es decir, hasta que se nivelen las tasas de beneficio individuales.

            Un importante requisito para entender el teorema de las ventajas relativas es el de explicitar estos dos problemas que David Ricardo estaba enfrentando. Como todo constructo, el teorema de las ventajas comparativas es una solución a un problema y eso fue lo que hizo la teoría de Ricardo.

            Resolvió dos problemas que probablemente lo inquietaban mucho y que lo condujeron a la formulación del teorema de las ventajas relativas:

  • [1] que la ley explicaba el intercambio de bienes en el mercado nacional no era la misma que explicaba el intercambio de bienes en el mercado internacional;
  • [2] que la nivelación de la tasa de beneficios que ocurre en el mercado nacional no ocurre en el mercado internacional.

Dado que aquí nos estamos refiriendo es al valor de xA y yB, es decir, a “las magnitudes de valor de las mercancías”, entonces el reproche de Marx a Ricardo no afecta la argumentación sobre la ley del valor como explicación del intercambio en el mercado nacional.

Aquí no nos estamos refiriendo al trabajo como forma particular de valor. Nos estamos refiriendo al intercambio entre valores equivalentes de ese trabajo (ya materializado en los bienes que participan en el mercado).

[4] El intercambio entre valores equivalentes en el mercado nacional

Cuando David Ricardo enunció su teorema de las ventajas relativas, lo hizo en un contexto teórico muy específico: ya había dedicado seis capítulos a explicar el intercambio de las mercancías en el interior de un país y admitió que la ley que rige ese intercambio era la ley del valor: dos mercancías se intercambiarán en el comercio nacional siempre y cuando tengan incorporado el mismo número de horas-hombre (hh.) en sus respectivos procesos productivos.

              Fue esta ley la que Marx llevó hasta sus últimas consecuencias y a la que nos referimos hace un momento.

Figura 3: Intercambio de A y B entre valores equivalentes.

En la Figura 3 se muestra que el intercambio entre x cantidad de la mercancía A y la cantidad y de la mercancía B sólo es posible si hay una equivalencia entre el tiempo de trabajo dedicado a esas cantidades (40 horas-hombre contra 40 horas-hombre).

Figura 4: Intercambio entre valores equivalentes (xa = 1 vino y yb = 10 de algodón).

En la Figura 4 se muestra que el intercambio entre 1 unidad de vino, por ejemplo, y 10 unidades de algodón sólo es posible si hay una equivalencia entre el tiempo de trabajo dedicado a esas cantidades (40 horas-hombre contra 40 horas-hombre).

Figura 5: Intercambio entre valores equivalentes (vino vs. algodón).

En la Figura 5 se muestra la equivalencia final del ejemplo particular en el que hay equivalencia entre ambos bienes específicos. No es “lógico” que se intercambie una sola unidad de algodón (que costó 4 horas-hombre producirla) por una unidad de vino, que exigió el trabajo de 40 horas-hombre.

            Si se fuera a intercambiar algodón y vino, la relación (el valor relativo del vino) sería: 1 unidad de vino = 10 unidades de algodón (o viceversa: 1 unidad de algodón = 1/10 unidades de vino). Nadie sería tan ingenuo como para entregar una unidad de vino y recibir solo una unidad de algodón. Ello violaría la ley del valor.[1]

[5] El intercambio entre valores equivalentes sólo es válido en el mercado nacional; no en el internacional

Sin embargo, David Ricardo se dio cuenta de que, si bien es cierto que esa ley del valor rige para el intercambio dentro de un país, no puede ser válida para el intercambio entre países. Ricardo afirmó sin ambigüedades la diferencia de la validez en cada mercado.

La misma regla que regula el valor relativo de las mercancías en un país, no regula el valor relativo de las mercancías intercambiadas entre dos o más países (énfasis añadido, Ricardo, 2012, p. 113).


“The same rule which regulates the relative value of commodities in one country, does not regulate the relative value of the commodities exchanged between two or more countries” (Ricardo, 2012, p. 113).

David Ricardo continúa hacia la conclusión: el intercambio no lo determina la cantidad de trabajo incorporado en ambas mercancías:

La cantidad de vino que Portugal debe dar en intercambio por el algodón de Inglaterra no está determinada por las respectivas cantidades de trabajo dedicadas a la producción de cada mercancía, como debiera ser, si ambas mercancías fueran manufacturadas en Inglaterra, o ambas fueran manufacturas en Portugal.


[1] “The quantity of wine which she shall give in exchange for the cloth of England, is not determined by the respective quantities of labour devoted to the production of each, as it would be, if both commodities were manufactured in England, or both in Portugal” (énfasis añadido, Ricardo, 2012, p. 113)..

¿Por qué? Porque él supuso que en el ámbito internacional no hay desplazamientos de capital entre los países. Los países más productivos del planeta, por muy atrayentes que sean, dados sus grados de productividad, están resguardados de entradas de firmas de otros países que acudirían a sus mercados nacionales para competir en ellos y así sacar ventaja de las favorables condiciones para sus altas productividades.

[6] La nivelación de la tasa general de ganancia únicamente es válida en el mercado nacional; no en el internacional

David Ricardo también se dio cuenta de que en un mismo país las tasas beneficio siempre giran alrededor de una única.

            En su clásico ejemplo, ilustró que, si las tasas de ganancia del capital empleado en Yorkshire —región al noroeste de Londres— fueran superiores a las del empleado en Londres, la teoría económica podría predecir sin inconvenientes que el capital se desplazaría de manera competitiva de Londres a Yorkshire y las tasas de beneficio, desiguales en un principio, se igualarían nacionalmente en Inglaterra.

              Esto se debe a que Yorkshire y Londres son regiones de un mismo país.

Si se tratara de dos países, y los capitales de cada uno pudieran trasladarse entre sí, si se tratara del criterio de las ventajas absolutas, si Inglaterra fuera más improductivo que Portugal en la producción de vino y algodón, y pudiera desplazarse, entonces el capital y el trabajo ingleses deberían salir del país y dirigirse a Portugal.

Indudablemente sería ventajoso para los capitalistas de Inglaterra, y para los consumidores de ambos países, que, bajo tales circunstancias, el vino y el algodón deban ser fabricados en Portugal, y en consecuencia que el capital y el trabajo de Inglaterra empleado en la fabricación de algodón, deba ser removido a Portugal para ese propósito (énfasis añadidos, Ricardo, 2012, p. 114).

“It would undoubtedly be advantageous to the capitalists of England, and to the consumers in both countries, that under such circumstances, the wine and the cloth should both be made in Portugal, and therefore that the capital and labour of England employed in making cloth, should be removed to Portugal for that purpose.»

Sin embargo, si Inglaterra y Portugal fueran regiones de un mismo país (en este caso, el país sería “Portugal”), tendríamos un caso similar a un mercado nacional en el que ocurriría los mismo que si se tratara de Yorkshire y Londres (ambas regiones de Inglaterra):

En ese caso, el valor relativo de estas mercancías sería regulado por el mismo principio, como si uno fuera el producto de Yorkshire, y el otro de Londres:

y en todos los demás casos, si el capital fluyera libremente hacia aquellos países donde pudiera ser más beneficiosamente empleado, no habría diferencias en la tasa de beneficio, y ninguna otra diferencia en el precio real o en el precio de las  mercancías, que la cantidad adicional de trabajo requerido para transportarlos a los diversos mercados donde ellos fueran a ser vendidos.


(Ricardo, 2012, p. 114).]

En otras palabras, si la tasa de ganancia en Inglaterra, como país, disminuyera, de ahí no debería inferirse que el capital inglés pudiera desplazarse a Portugal, en donde los beneficios podrían ser mayores. David Ricardo negó este tipo de movimientos en el comercio mundial.

            En su teorema, Portugal está  protegido contra ese tipo de desplazamientos. Esto se debe a que Portugal e Inglaterra no son regiones de un mismo país y las fronteras los resguardan.

            De cumplirse con esa entrada de firmas en Portugal, entonces también se cumpliría con la nivelación de la tasa de beneficios propia de la competencia entre compañías en el mercado nacional. Cuando los ingleses salieran de su país y llegaran a Portugal, estarían haciendo lo mismo que la firmas en el mercado nacional.

[7] Distinción entre las leyes que rigen un mercado nacional y las que rigen un mercado internacional

En consecuencia, hay dos conclusiones preliminares para entender el teorema de las ventajas relativas David Ricardo:

  • [1] la ley del valor sólo rige para el intercambio nacional;
  • [2] la nivelación de las tasas individuales de ganancia sólo rige en el mercado nacional.

Considérese su ejemplo original. Supóngase que en la situación inicial Inglaterra produzca vino con 120 horas-hombre y algodón con 100 horas-hombre y que Portugal produzca vino con 80 horas-hombre y algodón con 90 horas-hombre (Tabla 2).

Portugal requiere:Inglaterra requiere:
Vino (horas-hombre)80120
Algodón (horas-hombre)90100
Tabla 2. Situación inicial del teorema de las ventajas relativas: Portugal es más productivo que Inglaterra en ambos bienes (tiene las ventajas absolutas a su favor en ambos bienes).

Todavía no hay comercio internacional; el vino y el algodón se están produciendo en cada uno de los países. El país más productivo en ambos bienes es Portugal y, como se dijo antes, expresado de manera técnica, se afirma que Portugal disfruta ventajas absolutas en ambos bienes.

            Para producir una unidad de vino en Portugal sólo se necesitan 80 horas-hombre (contra 120 en Inglaterra), y para producir una unidad de algodón sólo se necesitan 90 horas-hombre (contra 100 en Inglaterra). Inglaterra es más improductivo que Portugal en la producción de ambos bienes.

***

Ahora supóngase que se quisiera intentar un comercio internacional. Si se tomara en cuenta este criterio de las ventajas absolutas, es obvio que no sería posible, pues Inglaterra jamás podría competir con Portugal en ninguno de los dos mercados; por ser más improductiva, sus precios serían más altos.

            El sentido común diría que Inglaterra, por ser más ineficiente que Portugal en la producción de ambos bienes, sería expulsada sin piedad del comercio mundial.

            Sin embargo, la analogía (entre firmas productivas e improductivas comparadas con países productivos e improductivos) llegó a su final con David Ricardo; la opinión del sentido común dejó de ser aceptable, y el criterio de las ventajas absolutas dio paso al criterio mucho más riguroso de las ventajas relativas.

              David Ricardo demostró

  • [1] que Inglaterra no “desaparece,” sino
  • [2] que a Portugal le conviene que Inglaterra no desaparezca del comercio mundial; también mostró
  • [3] que aun cuando en términos absolutos Portugal sea más productivo que Inglaterra en la producción de algodón, aun así, renunciará a producirlo;
  • [4] que, aunque no sea “lógico” que Portugal termine comprándole algodón a Inglaterra a un precio superior al que él mismo podría producir, aún así lo hará.

Y peor aún para el sentido común: el teorema de las ventajas relativas predice

  • [5] que ambos países (no uno solo de ellos), tanto el más productivo (Portugal), como el menos productivo (Inglaterra), se beneficiarán mutuamente de ese comercio; ambos ganarán y coexistirán.

Ninguno de estos resultados es automático. Cada uno exige una pausa para reflexionar y hacer un minucioso examen.

            La situación final que produce el teorema de David Ricardo es inesperada.

            A Portugal no le interesaría dejar de producir vino ni algodón (es muy productivo); tampoco le interesaría comprar vino y algodón a Inglaterra pues ambos productos serían muy costosos.

            Incluso podría extenderse el ejemplo hacia el contexto de la competencia: si ambos países quisieran vender sus productos a un tercero, Inglaterra no podría competir con los precios que impusiera Portugal.

            En el contexto de la competencia, tanto el sentido común como el criterio de las ventajas absolutas coinciden: “intuitivamente” es cierto que un país menos productivo que otro no podrá participar de manera competitiva en el mercado internacional. Esta conclusión se basa en la analogía de lo que ocurre con las firmas: una firma menos competitiva que otra está destinada a fracasar.

            Todavía queda un problema por resolver: ya se observó que el teorema predice que Inglaterra terminará especializándose en algodón y que abandonará la producción de vino. Recuérdese que en términos absolutos Portugal produce el algodón “más barato” (allá solo se necesitan 90 horas-hombre), mientras que en Inglaterra cuesta 100 horas-hombre producirlo.

            Sin embargo, a pesar de que Portugal tenga las ventajas absolutas en ambos bienes a su favor, el teorema predice que Inglaterra no abandonará la producción de algodón; a pesar de ser más improductiva que Portugal, no sólo seguirá produciendo algodón (usando 100 horas-hombre), sino que se especializará en su producción.

              Quizás “más increíblemente,” a Portugal le convendrá comprarle algodón a Inglaterra; un algodón que es más improductivo (y más caro) que el suyo propio, pues los recursos liberados desde el algodón se dirigirían a la producción de vino. Dice David Ricardo:

Aunque Portugal podría fabricar la tela con el trabajo de 90 hombres, la importaría de un país donde requería el trabajo de 100 hombres para producirla, porque le sería ventajoso emplear su capital en la producción de vino, para lo cual obtendría más algodón de Inglaterra, de lo que podría producir desviando una parte de su capital del cultivo de vino a la fabricación de tela (Ricardo, 2012, p. 114).


“Though she could make the cloth with the labour of 90 men, she would import it from a country where it required the labour of 100 men to produce it, because it would be advantageous to her rather to employ her capital in the production of wine, for which she would obtain more cloth from England, than she could produce by diverting a portion of her capital from the cultivation of vines to the manufacture of cloth” (Ricardo, 2012, p. 114)].

Como se afirmó hace un momento, que Portugal produzca algodón con solo 90 horas-hombre, renuncie a la producción de ese algodón tan productivo y decida comprar un algodón que cuesta el trabajo de 100 horas-hombre inglesas (contra el suyo de 90) es muy contraintuitivo.

              ¿Por qué a Portugal le conviene abandonar la producción (barata) de su algodón y comprarlo a un precio más alto en Inglaterra? La respuesta está en su misma economía, y he aquí la idea crucial de Ricardo.

[8] El papel de las diferentes tasas de ganancia como falsador del teorema de las ventajas relativas

En cuanto a las tasas de ganancia, obsérvese que si Inglaterra y Portugal fueran áreas de un mismo país; si las diferencias se circunscribieran únicamente al interior de una sola frontera nacional, entonces, el fabricante de vino de Inglaterra dejaría de producirlo en “el área” de Inglaterra, se dirigiría al “área” de Portugal, invertiría todo su capital en esa “región” y lograría producir vino con 80 horas-hombre en lugar de hacerlo con 120.

            El inglés podría sacar provecho de esos costos absolutos más bajos, de una alta productividad más alta de los factores y de una alta tasa de ganancia superior en el “área” de Portugal. Factores superiores a los de su lugar de origen.

              Lo mismo ocurriría con el productor de algodón “inglés”. Al arribar al “área” de Portugal, lograría producirlo con las 90 horas-hombre con los que produce su competidor “inglés”. Y con la llegada de los productores ingleses a Portugal, seguramente la competencia haría que ambos productores (“ingleses” y “portugueses”) redujeran aún más las horas-hombres, y que se volvieran aún más eficientes.

[9] Ejemplo de la formación de la tasa general de ganancia

Veamos un ejemplo particular sobre la formación de la tasa general de ganancia. Supóngase que hay tres sectores (A, B y C) de una economía nacional con diferentes tasas de ganancia (80%, 50% y 30%) (Tabla 3). Atraídas por sus altas tasas de ganancia, las firmas en el sector C emigrarían hacia los otros sectores.

SectorTasa general de ganancia (%)
A80
B50
C30
Tabla 3: Tres sectores con distintas tasas de ganancia.

Tomemos el caso de la entrada de firmas en el sector A. Aquí el arribo de nuevas firmas aumentaría la competencia, los precios descenderían, la ganancia bajaría, e igualmente ocurriría con su tasa de ganancia; supongamos que la tasa descendiera hasta 50%.

            En el sector C ocurriría lo contrario: la competencia disminuiría, los precios se incrementarían, la ganancia subiría y con ellos la tasa de ganancia; supongamos que subiera hasta 50%.

              Estos desplazamientos de capital (entendidos como entrada y salida de firmas) terminan cuando las distintas tasas de ganancia se nivelen; es decir, cuando se forme una tasa general de ganancia (50% en nuestro ejemplo), tal como se ilustra en la Tabla 4.

SectorTasa general de ganancia (%)
A50
B50
C50
Tabla 4: Formación de la tasa general de ganancia.

Epistemológicamente expresado: Ricardo anticipó el falsador de su teorema (lo que lo invalidaría). Si hubiera desplazamientos de capital del tipo de entrada de firmas (en este caso, de entradas de firmas “inglesas” en el mercado “portugués”), entonces el teorema sería falso.

            “Falso” implicaría [1] que la ley del valor se cumpliría y [2] que la tasa de beneficio se nivelaría. En otras palabras, las consecuencias de haberse comenzado con diferencias en las ventajas absolutas darían paso a ajustes (absolutos) por vía [1] de la ley del valor y [2] de la nivelación de las tasas de ganancia (no por vía de las ventajas comparativas). Falsar el teorema implica que las ventajas absolutas determinarían el intercambio.

            En contraste con lo que ocurre en el intercambio nacional, lo que individualiza el comercio internacional es que ese tipo de “movidas nacionales” (en las que se igualan las tasas de beneficio nacionales), no es legítimo.

            En el teorema, el productor inglés permanece de manera forzosa (contra su voluntad) en su país; “suspira” impotente ante las (injustas) circunstancias económicas; observa con frustración la alta productividad de los portugueses y se ve obligado a proseguir con la producción ineficiente de su vino y su algodón. Lo hará a regañadientes, pero tendrá que hacerlo.

            No podrá desplazarse a Portugal. Las distintas tasas de ganancia no se nivelarán entre ambos países y el intercambio entre los bienes de los dos países no podrá realizarse a valores equivalentes.

            Los productores de vino y de algodón portugueses también están informados de la ineficiencia de Inglaterra en ambos bienes. Saben que los inversionistas ingleses no “llegarán” a Portugal a sacar provecho de las excelentes condiciones para su alta productividad ni llegarán a competir con ellos: saben que su eficiente producción está salvaguardada por las barreras geográficas.

            En consecuencia, tanto ingleses como portugueses permanecerán arraigados a sus lugares de origen. No habrá desplazamientos de firmas entre los países. Este es el supuesto fundamental del teorema: no habrá entradas ni salidas de capital entre los países.

              Sin embargo, el teorema predice, de manera inesperada,

  • [1] que Portugal renunciará a la producción de algodón,
  • [2] que producirá sólo vino,
  • [3] que sustituirá con importaciones el algodón que dejará de producir,

Simétricamente, el teorema de las ventajas relativas predice

  • [4] que Inglaterra continuará produciendo algodón,
  • [5] renunciará a la producción de vino, 
  • [6] importará vino de Portugal.

¿Cómo es posible que se puedan tomar semejantes decisiones tan contraintuitivas? A primera vista, parece un exabrupto.

La facultad del sentido común no está equipada para entender estas decisiones con la inmediatez a la que está acostumbrada. Sin un razonamiento más refinado, no es posible entender cómo es posible que un país que sea más eficiente en la producción de algodón suspenda su producción y, además, que lo importe (y lo pague) a costos y precios más elevados.

            Tampoco es comprensible un país tan improductivo como Inglaterra consiga venderle a un país más productivo el mismo bien.

            Como se afirmó anteriormente, antes de Ricardo, los economistas creían en el criterio de las ventajas absolutas; coincidían en la forma como el sentido común “observaba” la realidad del comercio internacional. No estaban equipados para trascender esa analogía; esa intuición.

            Observaban la realidad económica (el comercio internacional como hecho) desde el punto de vista de sus preconcepciones: las del valor absoluto. El teorema de David Ricardo nos ha enseñado a observar la realidad de una manera mucho más rigurosa: expresado de manera epistemológica, nosotros no observamos con los ojos; vemos con nuestras teorías.

El intercambio económico explicado por la ley del valorLa nivelación de la tasa de ganancia explicada por la entrada y salida de firmas
Mercado nacionalSí se cumpleSí se cumple
Mercado internacionalNo se cumpleNo se cumple
Tabla 5. David Ricardo: La validez y no validez de la ley del valor y de la nivelación de la tasa de ganancia en el mercado nacional o en el internacional.

[10] El teorema de las ventajas comparativas de David Ricardo

Como hemos comenzado a mostrar, el nuevo constructo con el cual debemos observar el comercio internacional es el de las ventajas comparativas. Producir cualquier mercancía en cualquier parte del planeta tiene un costo de oportunidad: tanto Inglaterra como Portugal tienen que renunciar a la producción del otro bien para producir vino o algodón; para producir vino hay que sacrificar algodón, y viceversa.

            El teorema nos enseña que quien tenga el menor costo de oportunidad en la producción de un bien contará con una ventaja comparativa a su favor en la producción de ese bien.

***

Para entender esta idea, supóngase que Inglaterra, de forma terca, desairara el intercambio internacional y se empeñara en producir vino: tendría que dedicar mano de obra para su producción (120 horas-hombre) y esa mano de obra que se dedicaría a la producción de vino, sería mano de obra que, de no ser por estar ocupada allí, estaría produciendo algodón (que solo necesita 100 horas-hombre).

              En consecuencia, Inglaterra produciría vino no sólo de manera más improductiva que Portugal (lo produce con sólo 80 horas-hombre), sino que para producir su vino necesitaría ocupar 120 horas-hombre quienes, a su vez, de estar ocupados produciendo algodón, estarían produciéndolo con menos horas-hombre.

***

Sin embargo, antes de examinar la respuesta ricardiana a esta paradoja, continuemos con el ejercicio mental de suponer que Portugal intentara violar de manera premeditada las consideraciones del costo de oportunidad; es decir, que de manera obstinada se empeñara en continuar produciendo algodón (al notar que es más productivo que Inglaterra).

            Con ello, no podría evitar el problema de tener que dedicar mano de obra para su producción (que exige 90 horas-hombre); estaría desviando recursos desde el sector vinícola hacia el algodonero. Esa mano de obra que se dedicaría a la producción de algodón, sería mano de obra que, de no ser por estar ocupada allí (produciendo algodón), estaría produciendo vino (con solo 80 horas-hombre).

            En consecuencia, a pesar de que Portugal sea más productivo que Inglaterra produciendo algodón, lamentablemente, tiene un alto costo de oportunidad (1,125), pues para producirlo tiene que sacrificar 90 horas-hombre y está dejando de emplearlas en la producción de vino.

              De esas 90 horas-hombre, con solo 80 producirían vino y, además, producirá una fracción superior de vino con las otras 10 horas-hombre restantes.

[10.1] Costo de oportunidad del algodón en términos del vino y las ventajas relativas

              La Figura 6 ilustra de manera intuitiva el concepto de costo de oportunidad como sacrificio. Suponer que damos luz verde a la contratación de un nuevo trabajador para producir algodón (o suponer que uno que estaba produciendo vino se desplaza al sector algodonero), entonces el nuevo trabajador tendrá que dedicar 90 hh. para su producción. Sin embargo, eso implica que tendrá que sacrificar producción de vino.

Figura 6: Ilustración gráfica del costo de oportunidad del algodón en términos de vino (se decide producir algodón).

En la parte inferior de la figura (con llaves de verde claro), representamos el sacrificio de vino cuando está dedicando 90 horas-hombre para producir algodón.

Hay dos partes: [1] durante las primeras 80 hh, hubiera producido una unidad de vino; sin embargo, [2] para producir la unidad de algodón, necesita continuar trabajando otras 10 hh. En total, necesita dedicar 90 hh para producir algodón. Esas 90 hh son una proporción de lo que hubiera producido en el sector del vino: 90/80 = 1,125.

            Es decir, al producir algodón, sacrifica 1,125 unidades de vino; deja de producir 1,125 unidades de vino. La fórmula matemática es la siguiente:

Expliquemos esto. El productor portugués quiere producir algodón. Para producir algodón, necesita 90 hh. Tendrá que a sacrificar vino. ¿Cuánto vino tendrá que sacrificar? Veamos.

            Dejará de producir vino. El vino lo producía en 80 hh:

80 hh            1 vino

Ahora necesitará más horas-hombre para producir algodón: necesitará 90 hh. La pregunta es: ¿cuánto vino hubiera producido en esas 90 horas? Es decir, ¿cuánto vino dejará de producir por la decisión de producir algodón?

90 hh          ¿x?

La regla de tres es: si en 80 hh hubiera producido una unidad de vino, ¿cuántas unidades de vino hubiera producido en 90 hh?

«Regla de tres».

En consecuencia, con las 90 hh desviadas a la producción de algodón, hubiera producido más vino: hubiera producido 1,125 unidades de vino. Producir algodón implica un gran sacrificio de vino. Por cada unidad de algodón que produzca estará sacrificando 1,125 unidades vino. Es un costo de oportunidad muy alto:

[10.2] Costo de oportunidad del vino en términos del algodón y las ventajas relativas

En contraste, la Figura 7 ilustra de manera intuitiva el concepto de costo de oportunidad del vino en términos de algodón.

Si se supone que esta vez se le da luz verde a la contratación de un nuevo trabajador para producir vino (o uno que estaba produciendo algodón se desplaza al sector vinícola), entonces tendrá que dedicar únicamente 80 hh. para su producción. Sin embargo, eso implica que tendrá que sacrificar algo de producción de algodón.

Figura 7. Ilustración gráfica del costo de oportunidad del vino en términos de algodón (se decide producir vino).

En la parte superior de la figura (con llaves de verde claro), podemos representar el sacrificio de algodón cuando está dedicando 80 horas-hombre para producir vino. Durante las 80 hh, hubiera producido una proporción de algodón. Es decir, 80 hh es una proporción del sacrificio de algodón. Costo de oportunidad del vino en términos de algodón = 80/90 = 0,89 = 89%.

Aclaremos esto. El productor portugués ahora quiere producir vino. Para producir vino, necesita 80 hh. Tendrá que a sacrificar algodón. ¿Cuánto algodón tendrá que sacrificar? Veamos.

            Dejará de producir algodón. El algodón lo producía en 90 hh:

90 hh            1 algodón

Ahora necesitará menos horas-hombre para producir vino: necesitará únicamente 80 hh. La pregunta es: ¿cuánto algodón hubiera producido en esas 80 horas? Es decir, ¿cuánto algodón dejará de producir por la decisión de producir vino?

80 hh          ¿x?

La regla de tres es: si en 90 hh hubiera producido una unidad de algodón, ¿cuántas unidades de algodón hubiera producido en 80 hh?

En consecuencia, con las 80 hh desviadas a la producción de vino, hubiera producido menos algodón: hubiera producido únicamente 0,89 unidades de algodón. Producir vino implica un sacrificio mucho menor de algodón. Por cada unidad de vino que produzca estará sacrificando 0,89 unidades de algodón. Es un costo de oportunidad muy bajo:

***

Otra forma de examinar el significado del costo de oportunidad de producir algodón (sacrificando vino) es examinando el total de horas dedicadas en la economía a la producción de los bienes. Supongamos que el total de horas-hombre (80 + 90 = 170) está dirigido a la producción de vino (no se produce algodón), tal como se muestra en la Figura 8.

Figura 8. La producción de 2,125 unidades de vino en 170 hh.

La Figura 9 ilustra la forma alternativa de examinar el costo de oportunidad.

Si ahora quisiéramos comenzar a producir algodón, entonces necesitaríamos quitarle 90 horas-hombre a la producción de vino para dedicarlas a una unidad de algodón (así hemos supuesto los requerimientos técnicos de su proceso de producción).

Esto implicaría que de las 170 horas-hombre ahora se restarán (se desplazarán) 90 para la producción de algodón.

              En esas 90 horas-hombre se estaban produciendo 1,125 unidades de vino. Ahora no están disponibles en el sector vinícola; hubo necesidad de sacrificarlas. Al suprimirlas, quedan 90 horas disponibles para usar en la producción de algodón.

En consecuencia, ahora sólo estaremos produciendo una unidad de vino en Portugal:

Ahora, Portugal estará produciendo una unidad de vino y una de algodón (todavía no hay comercio internacional):

Si se fueran a intercambiar nacionalmente, tendría que hacerse según la ley del valor:

O, lo que es equivalente:

Como el teorema muestra, no es “lógico” que Portugal produzca algodón (que exige 90 horas-hombre), pues tiene que renunciar a producir 1,125 unidades de su vino (que solo exige 80 horas-hombre). No es “lógico” que renuncie a producir vino (que solo necesita 80 horas-hombre) para ponerse a producir algodón (que exige 90 horas-hombre).

            No es “lógico” transferir recursos de sectores con menores costos de oportunidad a sectores con altos costos de oportunidad.

            En consecuencia, es más racional dejar de producir algodón y dedicar toda su mano de obra nacional (170 horas-hombre) a la producción de vino (técnicamente expresado: es más racional destinar los recursos en aquellos bienes en los que el costo de oportunidad de producirlos sea más bajo).

                            A pesar de que Portugal tenga las ventajas absolutas a su favor; a pesar de ser más productivo que Inglaterra en ambos bienes, renunciará a la producción de algodón. Así lo reafirma Ricardo:

Si Portugal no tuviera conexión comercial con otros países, en lugar de emplear una gran parte de su capital e industria en la producción de vinos, con lo que ella compra para su propio uso de algodón y ferretería de otros países, ella hubiera sido obligada a dedicar una parte del capital a la manufactura de esas mercancías, que ella hubiera obtenido probablemente tanto de inferior calidad como de cantidad.


“If Portugal had no commercial connection with other countries, instead of employing a great part of her capital and industry in the production of wines, with which she purchases for her own use the cloth and hardware of other countries, she would be obliged to devote a part of that capital to the manufacture of those commodities, which she would thus obtain probably inferior in quality as well as quantity” (Ricardo, 2012, p. 113).

En la Tabla 6 se observa que el costo de oportunidad del vino en Portugal (0,89) es menor que el de la producción de algodón (portugués) y que el del algodón inglés (0,83) es menor en relación con el del vino (inglés).

Portugal deja de producirInglaterra deja de producir
Costo de oportunidad del vino0,89 (80/90) de algodón1,20 (120/100) de algodón
Costo de oportunidad del algodón1,125 (90/80) de vino0,83 (100/120) de vino
Tabla 6: Costo de oportunidad (C. O.) en cada país (lo que cada uno sacrifica).

La Tabla 7 resalta el simple hecho de las cifras de los costos de oportunidad son menores o superiores a 1.

Portugal deja de producirInglaterra deja de producir
Costo de oportunidad del vino0,89 (una fracción de una unidad de algodón)1,20 (más de una unidad de algodón)
Costo de oportunidad del algodón1,125 (más de una unidad de vino)0,83 (una fracción de una unidad de vino)
Tabla 7: Costo de oportunidad (C.O.) en cada país en relación con la unidad.

            Podría afirmarse que aun antes de que se inicie el intercambio comercial entre ambos países, hay que considerar el costo de oportunidad de la producción de sus bienes.

            Cuando se toma en cuenta el costo de oportunidad, es decir, a lo que tenemos que renunciar para producir algo, dado que estamos usando y sacrificando recursos, no es lógico que transfiramos recursos de sectores con costos de oportunidad más bajos a sectores con costos de oportunidad más altos.

            Técnicamente expresado: es irracional que usemos recursos en sectores con costos de oportunidad muy altos; lo más racional es que concentremos los recursos en sectores que cuenten con costos de oportunidad más bajos. Es mejor sacrificar menos.

              Cuando se establece el comercio internacional, el resultado final del teorema es el siguiente (ver Tabla 6) en cuanto a Portugal:

  • [1] Portugal se especializará en vino (el costo de oportunidad de su vino es más bajo: 0,89; sacrifica menos horas-hombre). (Es más bajo que el de producir algodón: 1,125).
    • Es racional contratar más horas-hombre en el sector vinícola, que ocupar horas-hombre en el sector algodonero. No tiene sentido sacrificar horas-hombre (que estarían produciendo vino) asignándoles el trabajo de cosechar el algodón con sacrificios más altos.
    • También hay que recordar que la productividad del vino portugués no ha variado en absoluto; antes y después del intercambio comercial internacional continúa siendo la misma: una unidad de vino sigue produciéndose con 80 horas-hombre.
  • [2] Portugal renunciará a la producción de algodón (el costo de oportunidad del algodón portugués es muy alto: 1,125; sacrifica más horas-hombre). (Es más alto que el de producir vino: 0,89).
    • Es racional no contratar horas-hombre en el sector algodonero, que es el sector con más alto costo de oportunidad. Lo inteligente es transferirlos al sector con menores costos de oportunidad como el vinícola.

En cuanto a Inglaterra, el resultado es el siguiente.

  • [3] Inglaterra se especializará en algodón (el costo de oportunidad de su algodón es más bajo: 0,83; sacrifica menos horas-hombre). (Es más bajo que el de producir vino: 1,20).
    • Es racional contratar más horas-hombre en el sector algodonero, que es el sector con un menor costo de oportunidad, que estar empleando horas-hombre en el sector vinícola. No tiene sentido sacrificar trabajadores (que estarían produciendo algodón) empleándolos en la producción del vino inglés que obliga a sacrificar más horas-hombre.
    • Al igual que en el caso de la especialización portuguesa en vino, aquí también hay que recordar que la productividad del algodón inglés no ha variado en absoluto; antes y después del intercambio comercial internacional continúa siendo la misma: una unidad de algodón sigue produciéndose con 100 horas-hombre.
  • [4] Inglaterra renunciará a la producción de vino (el costo de oportunidad de su vino es más alto: 1,20; sacrifica más horas-hombre). (Es más alto que el de producir algodón: 0,83).
    • Es racional no emplear horas-hombre en el sector vinícola, que es el sector con mayor costo de oportunidad. Lo racional es transferirlos al sector con menor costo de oportunidad que es el del algodón inglés.

Los países dedican sus factores de producción de la forma más beneficiosa posible y, al hacerlo, no sólo se favorecen de manera individual, sino socialmente. Este criterio es el responsable de explicar la especialización de cada país:

Bajo un sistema de perfectamente de libre comercio, cada país dedica naturalmente su capital y trabajo a los empleos que son los más beneficiosos para cada uno.

Under a system of perfectly free commerce, each country naturally devotes its capital and labour to such employments as are most beneficial to each (énfasis añadido, Ricardo, 2012, p. 113).

¿Cuáles son los beneficios al conseguir esa ventaja individual? La lista de Ricardo es exhaustiva: estimula la industria, recompensa el ingenio, usa con eficiencia los poderes de la naturaleza, distribuye el factor trabajo con eficiencia y de manera más económica, aumenta el volumen de producción en los países, difunde el beneficio general y construye interacciones con intereses e intercambios comunes.

La consecución de esa ventaja individual está admirablemente conectada con el bien universal del todo.

Al estimular la industria, al recompensar el ingenio, y al usar más eficazmente los poderes peculiares otorgados por la naturaleza, distribuye el trabajo más eficientemente y más económicamente: mientras que, al incrementar la masa general de producciones, difunde el beneficio general, y se junta con un lazo común de interés e intercambios, la sociedad universal de nacional a través del mundo civilizado.

Este es el principio que determina que el vino debe ser fabricado en Francia y Portugal, que el maíz debe crecer en América y Polonia, y que la ferretería y otros bienes deben manufacturarse en Inglaterra.


(Énfasis añadido, Ricardo, 2012, p. 113).

Las advertencias para el caso inglés incluidas en cuanto a comparar supuestamente la “mayor productividad” del algodón con el vino siguen siendo necesarias.

            Esto se debe a que hay algunos autores de textos de economía (y de contribuciones en internet) que intentan explicar que lo que decide la especialización inglesa (en algodón, por ejemplo), y lo que decide el resultado del teorema, es la comparación entre el costo de oportunidad del algodón inglés con el costo de oportunidad del algodón portugués, lo que es problemático  e incluso podría afirmarse que es [1] irregular e [2] irrelevante.  

            Es irrelevante, pues si bien es cierto que el costo de oportunidad del vino portugués (0,89) es más bajo que el costo de oportunidad del vino inglés (1,20) no es esa diferencia la que decidió la especialización de Portugal en vino; la base para esa decisión (portuguesa) fue el hecho de que el costo de oportunidad del vino portugués (0,89) es más bajo que el costo de producción de su propio algodón (1,125); fue la comparación entre 0,89 contra 1,125 (ambos en Portugal) y no la de 0,89 (portugués) contra 1,20 (inglés).

            Inversamente, lo que explica la especialización de Inglaterra en algodón no es la comparación entre su costo de oportunidad algodonero (0,83) contra el costo del algodón portugués (1,125). La base para su especialización fue la comparación interna, nacional, de su costo de oportunidad del algodón (0,83) contra el costo de oportunidad de su propio vino (1,20).

            Es irregular, pues piénsese detenidamente el concepto de costo de oportunidad del vino portugués, por ejemplo. ¿Qué quiere decir “costo de oportunidad del vino portugués”?

            Según el concepto de costo de oportunidad y de ventajas relativas, quiere decir una sola cosa: sacrificio; ¡pero cuidado! es lo que los vinícolas portugueses sacrifican para producir vino portugués (cuando están produciendo algodón); no lo que los ingleses sacrifican para producir el vino inglés (cuando los portugueses están produciendo algodón); el sacrificio del portugués es portugués, no inglés.

            Lo que los vinícolas ingleses sacrifiquen en sus viñedos es irrelevante para lo que los portugueses sacrifiquen en su país. El costo de oportunidad, las ventajas comparativas, miden el propio sacrificio nacional; lo que me cuesta a mí producir algo.

            En consecuencia, el costo de oportunidad es idiosincrático a cada agente económico; es más relevante que lo que las otras personas sacrifiquen en sus propias (y otras ajenas) vidas. Por ejemplo, leer este artículo tiene un costo de oportunidad específico (para un lector particular de este artículo); es irregular e irrelevante lo que otro lector esté sacrificando al leer este mismo artículo.

            Además, los sacrificios de cada lector son distintos. Como son idiosincráticos, lo que cada lector sacrifique dependerá exclusivamente de su propia inteligencia, formación y capacidad de entendimiento de largos argumentos. Estas capacidades son irrelevantes a las capacidades del otro lector.

              ¿Qué gano con saber lo que otra persona está sacrificando cuando hace lo mismo que yo? Nada. ¿Qué gana la otra persona con saber lo que yo estoy sacrificando en la misma actividad? Nada. Nada, para propósitos económicos. En estos momentos hay astronautas sacrificando actividades en sus entrenamientos y hombres de negocios sacrificando tiempo compartido con sus familias; todos siempre sacrificamos. ¿Son comparables sus sacrificios con los míos?

            De manera simétrica, lo que los portugueses hayan sacrificado para producir su vino es irrelevante para lo que los ingleses hayan sacrificado para producir su propio e improductivo vino inglés. Más relevante para mí es lo que yo sacrifico; no lo que blos demás sacrifican en sus actividades.

            El motivo por el cual Portugal terminara renunciando a la producción de algodón fue el alto costo de oportunidad que representaba para ese país su producción; fue la comparación entre el costo de oportunidad de su vino con el costo de oportunidad de su algodón.

            Ambos sacrificios fueron nacionales. No fue la comparación entre su costo de oportunidad de producir algodón con el costo de oportunidad del algodón inglés; de haber sido así, entonces Portugal no hubiera renunciado a la producción de algodón, pues su costo de oportunidad fue menor que el costo de oportunidad del algodón inglés.

No fue la comparación entre Portugal e Inglaterra la responsable de su especialización.

            Si se comparara (internacionalmente) el sacrificio portugués con el inglés, entonces se necesitaría un gobernante “universal” quien sí podría sacar provecho de esa información y podría considerar que sería mejor decidirse por la producción de un bien en un país con el menor costo de oportunidad del planeta.

[11] El resultado final del teorema desde el punto de vista de la ley del valor

Ahora examinemos las consecuencias en cuanto a la relación de intercambio cuando se establece el comercio internacional:

  • Portugal vende vino, que empleó 80 horas-hombre, y recibe algodón inglés que costó el trabajo de 100 horas-hombre (le conviene: entrega el trabajo de sólo 80 horas-hombre y recibe el de 100: recibe más trabajo del que entrega), y usa de manera eficiente su mano de obra en la producción de vino. Se viola la ley del valor.
  • Inglaterra también registra un intercambio desigual: vende su algodón, que empleó 100 horas-hombre, y recibe vino portugués que empleó 80 horas-hombre (es decir, entrega el trabajo de 100 horas-hombre y recibe el de 80). Igualmente viola la ley del valor.

Obsérvese que en ambos casos hay un intercambio entre valores no equivalentes, pues lo que decide la eficiencia, y la sobrevivencia en el mercado mundial, no es el intercambio entre valores equivalentes, sino el costo de oportunidad de cada productor en cada país.

Figura 11: No se cumple la ley del valor en el intercambio entre vino portugués y algodón inglés.

A Portugal le conviene el intercambio desigual pues recibe más trabajo del que entrega. A Inglaterra también le conviene el intercambio desigual: aun cuando entrega 100 horas y recibe 80 (nacionalmente sería inaceptable entregar más de lo que recibe), aun así, acepta este intercambio, “se deja robar” en el intercambio, “le conviene que le roben”, porque es más racional recibir vino que empleó solo 80 horas-hombre portugueses que tener que emplear 120 horas-hombre inglesas para obtener vino inglés.

              La conclusión es que aun cuando Portugal tenga la ventajas absolutas en ambos bienes, sin embargo, solo tiene la ventaja relativa (comparativa) en vino; Inglaterra no tiene ventajas absolutas, pero sí una ventaja relativa en la producción de algodón y, por último, ambos países se benefician del comercio internacional bajo dos condiciones: que sea libre y que no haya movilidad de capital entre ellos.

Veamos las citas originales de Ricardo; primero, en cuanto al intercambio “desigual” de valores:

Así, Inglaterra daría el producto del trabajo de 100 horas-hombre por el producto del trabajo de 80. Tal intercambio no podría tener lugar entre individuos del mismo país. El trabajo de 100 ingleses no puede entregarse por aquel de 80 ingleses, pero el producto del trabajo de 100 ingleses puede ser entregado por el producto del trabajo de 80 portugueses, 60 rusos o 120 de la Indias orientales.

«Thus, England would give the produce of the labour of 100 men, for the produce of the labour of 80. Such an exchange could not take place between the individuals of the same country. The labour of 100 Englishmen cannot be given for that of 80 Englishmen, but the produce of the labour of 100 Englishmen may be given for the produce of the labour of 80 Portuguese, 60 Russians, or 120 East Indians.» (Ricardo, 2012, p. 114).

Aquí está el famoso falsador que impediría que las ventajas relativas explicaran el intercambio internacional: la no entrada de firmas en los países con ventajas absolutas.

La diferencia en este respecto, entre un país singular y muchos, es explicada fácilmente al considerarse la dificultad como el capital se desplaza de un país a otro para buscar un empleo mucho más beneficioso, y la actividad con la cual pasa invariablemente de una provincia a otra en el mismo país (Ricardo, 2012, p. 114).[1]


“The difference in this respect, between a single country and many, is easily accounted for, by considering the difficulty with which capital moves from one country to another, to seek a more profitable employment, and the activity with which it invariably passes from one province to another in the same country” (Ricardo, 2012, p. 114).

En cuanto a la nivelación de la general de ganancia, Ricardo insistió en que para que los capitalistas ingleses sería mucho más beneficioso poder desplazarse a Portugal, invertir allá y sacar provecho de las mejores condiciones en la producción de vino y algodón.

Ese desplazamiento también beneficiaría a los consumidores portugueses e ingleses, pues la competencia de los ingleses haría descender los precios del vino y del algodón. Todas estas consecuencias del desplazamiento estarían regidas por la nivelación de la tasa general de ganancia.

Indudablemente sería ventajoso para los capitalistas de Inglaterra, y para los consumidores de ambos países, que, bajo tales circunstancias, el vino y el algodón deberían ser hechos en Portugal, y por lo tanto que el capital y el trabajo de Inglaterra empleado en hacer algodón, debería haber sido removido a Portugal para ese propósito.

(Ricardo, 2012, p. 114).

El principio que rige este desplazamiento no sólo explicaría, sino justificaría un uso mucho más beneficioso del capital, pues no es lo mismo invertirlo en una región tan improductiva como Inglaterra que hacerlo en una tan productiva como la portuguesa:

En ese caso, el valor relativo de estas mercancías sería regulado por el mismo principio, como si uno fuera producido en Yorkshire, y el otro en London: y en todos los otros casos, si el capital se desplazara libremente hacia aquellos países en los cuales pudiera ser empleado mucho más beneficiosamente, no podría haber diferencia en la tasa de beneficio, y ninguna otra diferencia en precio real o del trabajo de las mercancías, que la cantidad adicional requerida para llevarlas a los diversos mercados donde se venderían (Ricardo, 2012, p. 114).


(Ricardo, 2012, p. 114).

***


[1] Aquí es necesario incluir un paréntesis para explicar de la ley del valor que terminó en la teoría de Marx. Primero se explicará el concepto de productividad, seguidamente el concepto de intercambio económico y se analizarán dos ejemplos en particular: lo que ocurre con el intercambio nacional [1] cuando uno de los productores aumenta su productividad y “respeta” la ley del valor y [2] cuando con las mismas condiciones “no la respeta”.

En todo caso, Ricardo negó la validez de la ley del valor en el intercambio entre productores internacionales y, en consecuencia, ese vacío teórico tenía que llenarse con su propia teoría. [ TEC]


[1] Ver algunas cifras “aleatorias” al respecto: http://discovermagazine.com/2007/may/20-things-you-didnt-know-about-pencils, http://www.toyota.co.jp/en/kids/faq/b/01/06/, https://www.quora.com/How-long-does-it-take-to-build-a-spaceship.

 


[1] Un reproche de Marx a la teoría de Ricardo fue su inadecuada presentación, e incluso su falta de examen, de la forma particular del valor (la forma en que el trabajo toma y asume la sustancia del valor) y su enfoque excesivo en las “magnitudes del valor”, en las “cantidades de este trabajo abstracto” y “general”, y en “su forma social” que es la que genera las diferencias en las “magnitudes de del valor de las mercancías” (Marx, 1968, p. 172).

 

  1.  Esta es una versión corregida y ampliada después de haber sido publicada la del premionacional del Banco Central de Venezuela, concurso del BCVOZ Económico “Diez años, diez artículos,” como autor del trabajo Las ventajas de las ventajas comparativas. Caracas, 21 de octubre de 2005. ISSN: 1315-1407. Esta versión es para propósitos docentes de postgrado.
    Ver https://ula.academia.edu/FabioMaldonadoVeloza/Papers (usar el vínculo: bcv.org.ve; no solicite el pdf). ↩︎
  2. Cuando un competidor A1 le disputa a A2 la venta de una mercancía similar a un tercero B (el consumidor de A1 o A2).  ↩︎
  3. En la discusión sobre la validez de la ley del valor hay que distinguir dos contextos: [1] el de la competencia (entre los productores como Brasil y Colombia; A1 y A2) y [2] el del intercambio (Brasil, un productor A de café, y Estados Unidos, un consumidor B de café).
    En el teorema, el análisis parte de la competencia entendida como diferencias entre las ventajas absolutas (contexto de la competencia), seguida por la especialización que se origina con la diferencia entre costos de oportunidad nacionales, para explicar y concluir con el contexto del intercambio. ↩︎
  4. Ver algunas cifras “aleatorias” al respecto: http://discovermagazine.com/2007/may/20-things-you-didnt-know-about-pencils, http://www.toyota.co.jp/en/kids/faq/b/01/06/, https://www.quora.com/How-long-does-it-take-to-build-a-spaceship. ↩︎

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